sábado, 26 de mayo de 2012

La fe en Jesús

¿Qué entiende Juan por “creer[1] en Jesús”?
El evangelio termina así el capítulo 20:
“…Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios,
y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.”[2] (Juan 20:31)

Este versículo sintetiza la idea de «creer» que está en la mente de Juan[3]:
(1)      “…se han escrito, para que crean que Jesús es el Cristo…”.

A.- Se han escrito para que crean
Aquí el verbo “crean[4] puede indicar hacerse creyente o creer en forma permanente (depende del manuscrito que se siga, ver nota 4). Juan ha insistido en mostrarnos lo que verdaderamente significa esto, pues hubo muchos judíos que creyeron –en una oportunidad dada-, pero que en realidad no se hicieron creyentes:

“…Estando en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron[5] en su nombre, viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos…” (Juan 2:23-24).

En Juan 8:31  “a los que habían creído[6] en él”, luego, en el v.44 Jesús les dice “vosotros sois de vuestro padre el diablo”.  Aquí Juan está hablando de aquellos que al mirar lo que hizo Jesús creyeron y en ese estado estaban, sin embargo no se encontraban preparados para “permanecer en su palabra” (v.31), es decir, Jesús mismo y su palabra (mensaje), debían hallar lugar en sus vidas de una manera transformadora (Juan 8:32-36) y así hacerse creyentes[7]. Esto requería «creer que él es el Cristo[8], al que hay que oír u obedecer». De igual modo, en Juan 6:60-61 se mencionan algunos llamados “discípulos”, pero que luego Jesús les dice que “no creen” y luego Juan les llama “no creyentes[9]” (6:64). Por eso Juan agrega:

B.- “…que Jesús es el Cristo…”
Quizás habrás oído a buenas personas decir “…cree en Cristo”, sin embargo cuando Juan habla de “Cristo”, no está pensando en un “nombre”, sino en una “dignidad o cargo”. Creer que Jesús es el Cristo, implica confesar y reconocer que Jesús es:

           i.      El Cristo, el Rey de Israel (Jn.1:41,49) e Hijo de Dios. El rey esperado por Israel (Jn.12:12-16), el gobernador, libertador y restaurador de todas las cosas. Para Juan es el gobernador y libertador del corazón de los hombres (Jn.8:34-36; 18:37), la luz que alumbra a toda la humanidad, cuando le siguen (Jn.1:9; 8:12). El Mesías o Cristo se transforma en rey, libertador y guía para aquellos que le siguen o le dan cabida como tal, en su corazón. Por lo cual, su reinado libertador, no sólo era para Israel, sino para todas las naciones, porque él es “el Rey de reyes y Señor de señores”[10].

          ii.      El Cristo, el Salvador del mundo entero (4:25-26, 42), por su muerte sustituta (3:14-17). Nótese el énfasis en Juan 3:17 “no envió Dios a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”.

Creer que Jesús es el Cristo es creer que Él es el enviado por Dios para salvar tu vida, la luz que alumbra tu camino, el libertador y rey del corazón, la vida misma, el Hijo de Dios, a quien hay que seguir y obedecer, porque es el Señor a quien todas las naciones servirán y de quien aprenderán la verdad.

Sólo basta agregar que el término griego que Juan utiliza para “creer” es “pisteúō”, lo que NO es una opinión o una creencia por una tradición[11], SINO confiar en la palabra de otro por lo cual se hace conforme a lo que se dijo. Es como aquel que edifica su propia vida sobre un fundamento que considera firme: “Jesús es el Cristo” y sobre su palabra confío y edifico mi vida.

 Para reforzar esta idea y aclarar la forma real de creer en Jesús como Mesías (Cristo) Juan agrega:


(2)       “…para que creyendo[12], tengáis vida en su nombre.
En la mente de Juan confiar en Jesús como el Cristo, se traduce en hacerse creyente (en forma continua), pues son alimentados con la propia vida de Jesús «Yo soy el pan que da vida[13]» (6:35). Los creyentes le siguen y le aman[14] (14:15-16), y recibirían el Espíritu Santo (7:38-39), siendo enseñados y guiados en forma continua de acuerdo a las enseñanzas del Cristo salvador (14:26).

Le siguen como lo hace un ciego que recobra la vista:

“Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo:
¿Crees tú en el Hijo de Dios…?” (9:35)…
“…Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró” (9:38).
Se prostra en actitud de adoración, sometiéndose ante el Rey de su corazón. Lo toman a él y sus enseñanzas, como medio y camino al Padre (14:1-6).

La confesión está incluida en el pensamiento de la epístola, una confesión que implica adherencia, recibirlo como el maestro y enviado de Dios al cual hay que oír u obedecer (1:49-50, 4:42).  

EN RESUMEN
Creer en Jesús significa, confiar en él como el Cristo, o sea, el rey, señor y salvador del mundo, por lo cual se hace de él, el camino, la luz, la guía para vivir conforme la voluntad de Dios; es su camino al Padre. Como nos dice en 1:12:

pero a todos los que lo recibieron,
a los creyentes en su nombre (dignidad),
les dio la facultad de nacer como hijos de Dios[15].

Juan nos dice que a aquellos que confían de esta manera, Dios les dio el Espíritu de su Hijo, para que se vuelvan desde adentro, en hijos de Dios (1:13). Una buena oración será:
Señor Jesús, te confieso mi salvador,
Rey y luz de mi vida,
confío en tu muerte sustituta en la cruz,
que me libra de condena,
lava mi maldad.
Te entrego mi vida y la edifico sobre tus enseñanzas,
quiero nacer como un hijo de Dios.
Entra a mi vida y comienza a cambiarme,
quiero tu propia vida en mí. Amén.


Bibliografía

·         H.I. HESTER, Introducción al estudio del Nuevo Testamento, Editorial Mundo Hispano, Colombia, 2010.
·         H. PETTER, Concordancia Greco Española, Ed. Clie, España, 2006.
·         NESTLE – ALAND, Novum Testamentum Graece et latine, Deutsche Bibelgesellschaft, Germany, 1986.
·         PAT Y DAVID ALEXANDER, El Nuevo Manual Bíblico Ilustrado, Ed. Unilit, Eslovenia, 2002.


[1] El peso significativo de este verbo se deja ver en la recurrencia de uso, pues aparece 98 veces en este evangelio, si consideramos que en el NT aparece 241 veces (H. Petter), tenemos que aquí se concentra el 40% del uso. 
[2] ταῦτα δὲ γέγραπται ἵνα πιστεύ[σ]ητε ὅτι ᾿Ιησοῦς ἐστιν ὁ Χριστὸς ὁ υἱὸς τοῦ Θεοῦ, καὶ ἵνα πιστεύοντες ζωὴν ἔχητε ἐν τῷ ὀνόματι αὐτοῦ.
[3] Juan está transmitiendo su mensaje con estructuras de pensamiento griego, con un matiz claramente marcado en el aspecto verbal griego.
[4] Pisteú[s]ēte (πιστεύ[σ]ητε). Si se sigue la lectura πιστεύσητε (aoristo subjuntivo), se puede leer “comenzar a hacerse creyente” o “abrazar la fe”. Si se sigue otros testimonios antiguos al parecer el P66vid (reconstrucción) o el Codex Sinaiticus πιστεύητε (presente subjuntivo) la idea de Juan sería “estas cosas se han escrito para que estén creyendo que Jesús es el Cristo”, es decir, que crean en forma continua o reforzando la fe de los que ya son creyentes.
[5] ἐπίστευσαν “creyeron”, Juan usa las formas de aoristo indicativo para señalar un creer ante una situación dada, como una etapa previa a hacerse creyente (forma continua o durativa).
[6] Pepisteukótas (πεπιστευκότας) lo que habían creído (participio perfecto), se refiere que al mirar un hecho concreto que hizo Jesús creyeron y en ese estado se encontraban. 
[7] Este diálogo se extiende y en Juan 8:51 Jesús les dice “si alguno guarda (tērḗsē) mi palabra, de ninguna manera ve la muerte jamás”. El uso del verbo “tēréō” (guardar, vigilar, cumplir), nos muestra que Jesús ve el hecho de hacerse creyente como el acto de tomar su palabra a fin de custodiarla y hacerla real en la vida.
[8] Para entender la concepción Judía de Cristo o Mesías en el AT, léase Gén.49:10, Daniel 7:13-14, Sal.2:8-9, Sal.72, Hch.3:22-23 (Dt-18:18-19). Donde se muestra que el Mesías será Rey y Señor de todos los pueblos, lo cuales le obedecerán y/o servirán desde su ser interior para adorar a Dios y su reino nunca dejará de ser.
[9] Jesús dice: “de entre ustedes hay algunos que no creen” εἰσὶν ἐξ ὑμῶν τινες οἳ οὐ πιστεύουσιν. Juan agrega que “Jesús sabía quienes son los no creyentes τίνες εἰσὶν οἱ μὴ πιστεύοντες. Ambos términos están en presente, es decir  una acción iterativa.
[10] Véase Ap.19:16. Para esta idea además cf. Salmo 2:7-12, Salmo 72; Daniel 7:13-14; y el concepto de “Reino de Dios” en los evangelios sinópticos, donde la venida de Cristo hace que comience la instauración de este.
[11] Para la idea de creer en el sentido de opinión (parecer) usan δοκέω (5:39, 45; 11:13,31,36), suponer οἴμαι (21:25), creer por la tradición o pensar νομίζω (para este verbo no hay ejemplos en este evangelio, véase: Mt.5:17, Lc.3:23, 1Co.7:26, 36).  Por otro lado, el verbo pisteúō utilizado por Juan para “creer”, da énfasis a confiar o creer en la “palabra” de alguien.
[12] Pisteúontes (Πιστεύοντες) creyendo, siendo creyentes (participio presente), indicando una acción repetitiva en el tiempo o en desarrollo.
[13] Aquí es posible traducir ὁ ἄρτος τῆς ζωῆς «el pan de vida», como «el pan viviente, el pan que da vida», es decir, como  un genitivo hebreo, esto es, se adjetiva el genitivo “de vida” por “viviente o que da vida”, construcción frecuente en hebreo que carece de adjetivos (M. Zerwich).
[14] Amar como acto de elección, es decir, por cuanto se confía en él, se le prefiere antes que otras cosas.
[15] Traducción de “ὅσοι δὲ ἔλαβον αὐτόν, ἔδωκεν αὐτοῖς ἐξουσίαν τέκνα Θεοῦ γενέσθαι, τοῖς πιστεύουσιν εἰς τὸ ὄνομα αὐτοῦ…”. “Nombre” (ὄνομα) designa principalmente a la “persona” «los que creen en su persona», con todas sus cualidades “la luz del mundo, el pan de vida, el camino, la verdad y la vida, etc.”, por eso se agrega en paréntesis “dignidad”.